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quinta-feira, 10 de junho de 2010

Hace noticia en LA HORA DE LA VERDAD, el importante intelectual brasileño OLAVO DE CARVALHO

LA HORA DE LA VERDAD


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Hace noticia en LA HORA DE LA VERDAD, el importante intelectual brasileño OLAVO DE CARVALHO, quien reflexionó sobre los revolucionarios y su locura seductora, así como sobre la infantilización de los militares brasileños.
 
Artículo. 
 
Como debatir con izquierdistas
Olavo de Carvalho
Diário do Comércio (editorial), 20 de junio de 2007



Los liberales y conservadores de este país nunca han de salir del atolladero mientras continúen creyendo que nada más los separa de los izquierdistas sino una divergencia de ideas, apta a ser objeto de corteses discusiones entre personas igualmente honestas, igualmente dignas. La diferencia específica del movimiento revolucionario mundial está en infundir en sus adeptos, sirvientes e incluso simpatizantes, una sustancia moral y psicológica radicalmente diversa de la que circula en los corazones y mentes de la humanidad normal. El revolucionario se siente miembro de una supra humanidad ungida, portadora de derechos especiales negados al hombre común e, incluso, inaccesibles a su imaginación. Cuando usted discute con un izquierdista, él se apoya ampliamente en esos derechos, que usted ignora por completo. La regla común del debate, que usted sigue al pie de la letra esperando que él haga lo mismo, representa para él sólo una cláusula parcial de un código más vasto y complejo, que le confiere medios de acción incomparablemente más flexibles que los del adversario. Para usted, una prueba de incoherencia es un golpe mortal dirigido a un argumento. Para él, la incoherencia puede ser un instrumento precioso para inducir el adversario a la perplejidad y someterlo psicológicamente. Para usted, la contradicción entre actos y palabras es una prueba de deshonestidad. Para él, es una cuestión de método. La propia visión de la confrontación polémica como una disputa de ideas es algo que sólo vale para usted. Para el revolucionario, las ideas son partes integrantes del proceso dialéctico de la lucha por el poder; ellas nada valen por sí; pueden ser cambiadas como medias o calzoncillos. Todo revolucionario está dispuesto a defender “x” o el contrario de “x” según las conveniencias tácticas del momento. Si usted lo vence en la disputa de “ideas”, él tratará de integrar la idea vencedora en un juego estratégico que la haga funcionar, en la práctica, en sentido contrario al del su enunciado verbal. Usted gana, pero la victoria es pírrica. La disputa con el revolucionario es siempre regida por dos códigos simultáneos, de los cuales usted sólo conoce uno. Cuando usted menos espera, él apela al código secreto y le da una zancadilla.

Usted puede escandalizarse por un desertor de las tropas nacionales ser promovido a general post mortem
1 mientras que en el régimen que él deseaba implantar en su país el fusilamiento sumario es el destino, no sólo de los desertores, pero de meros civiles que intenten abandonar el territorio. Usted cree que denunciando esa monstruosa contradicción le pegó un golpe mortal a las convicciones del revolucionario. Pero, por dentro, él sabe que la contradicción, cuanto menos explicada y más escandalosa, más sirve para habituar el público a la creencia implícita de que los revolucionarios no pueden ser juzgados por la moral común. La derrota en el campo de los argumentos lógicos es una victoria sicológica incomparablemente más valiosa. Sirve para poner la causa revolucionaria por encima del alcance de la lógica.

Usted no puede derrotar el revolucionario mediante simples “argumentos”. A ellos hay que acrecentar el desenmascaramiento sicológico integral de una táctica que no visa a vencer debates, pero a usar como un instrumento de poder inclusive la propia inferioridad de argumentos. De cada situación del debate hay que trascender la esfera del enfrentamiento lógico y desnudar el esquema de acción en que el revolucionario inserta el cambio de argumentos y cuál el provecho psicológico y político que pretende sacar de ella para más allá de su resultado aparente.

Pero eso quiere decir que el único debate eficiente con izquierdistas es aquel que no consiente en quedarse preso a las reglas formales de un enfrentamiento de argumentos, sino profundizarse en un desenmascaramiento sicológico completo y despiadado. Probar que un izquierdista está errado no significa nada. Usted tiene que demostrar como él es malo, perverso, falso, deliberado y maquiavélico por tras de sus apariencias de debatiente sincero, cortes y civilizado. Haga eso y usted hará esa gente llorar de desesperación, porque en el fondo ella se conoce y sabe que no sirve. No le dé el consuelo de un camuflaje civilizado tejido con la piel del adversario ingenuo.

1 NT. El autor se refiere al comunista y terrorista capitán Carlos Lamarca, desertor y traidor del Ejército brasileño, promovido “post mortem” al puesto de general en el gobierno izquierdista de Luis Inácio Lula da Silva.

Traducción: Victor Madera

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A teoria marxista da “ideologia de classe” não tem pé nem cabeça. Ou a ideologia do sujeito traduz necessariamente os interesses da classe a que ele pertence, ou ele está livre para tornar-se advogado de alguma outra classe. Na primeira hipótese, jamais surgiria um comunista entre os burgueses e Karl Marx jamais teria sido Karl Marx. Na segunda, não há vínculo entre a ideologia e a condição social do indivíduo e não há portanto ideologia de classe: há apenas a ideologia pessoal que cada um atribui à classe com que simpatiza, construindo depois, por mera inversão dessa fantasia, a suposta ideologia da classe adversária. Uma teoria que pode ser demolida em sete linhas não vale cinco, mas com base nela já se matou tanta gente, já se destruiu tanto patrimônio da humanidade e sobretudo já se gastou tanto dinheiro em subsídios universitários, que é preciso continuar a fingir que se acredita nela, para não admitir o vexame. Olavo de Carvalho, íntegra aqui.
"Para conseguir sua maturidade o homem necessita de um certo equilíbrio entre estas três coisas: talento, educação e experiência." (De civ Dei 11,25)
Cuidado com seus pensamentos: eles se transformam em palavras. Cuidado com suas palavras: elas se transformam em ação. Cuidado com suas ações: elas se transformam em hábitos. Cuidado com seus atos: eles moldam seu caráter.
Cuidado com seu caráter: ele controla seu destino.
A perversão da retórica, que falseia a lógica e os fatos para vencer o adversário em luta desleal, denomina-se erística. Se a retórica apenas simplifica e embeleza os argumentos para torná-los atraentes, a erística vai além: embeleza com falsos atrativos a falta de argumentos.
‎"O que me leva ao conservadorismo é a pesquisa e a investigação da realidade. Como eu não gosto de futebol, não gosto de pagode, não gosto de axé music, não gosto de carnaval, não fumo maconha e considero o PT ilegal, posso dizer que não me considero brasileiro - ao contrário da maioria desses estúpidos que conheço, que afirma ter orgulho disso". (José Octavio Dettmann)
" Platão já observava que a degradação moral da sociedade não chega ao seu ponto mais abjeto quando as virtudes desapareceram do cenário público, mas quando a própria capacidade de concebê-las se extinguiu nas almas da geração mais nova. " Citação de Olavo de Carvalho em "Virtudes nacionais".