MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL - REPUBLICA DE COLOMBIA
Después de cuatro años de ejercicio de la Política de Seguridad Democrática y de la implementación de la Política de Consolidación de la Seguridad Democrática a partir del 2006, no cabe duda de que el 2007 y el 2008 son hasta ahora los dos peores años en la historia de las
FARC.
Para comprender integralmente la situación actual de esta organización, es necesario considerar las tres dimensiones fundamentales que constituyen su “proyecto revolucionario”: la dimensión política, la dimensión militar y la dimensión internacional. Estos tres factores están estrechamente relacionados y son mutuamente interdependientes.
En cada uno de estos ámbitos, las diferentes estructuras de las FARC deben combinar acciones y esfuerzos en torno a un gran objetivo final, que es la toma del poder político nacional a través de las armas, con el reconocimiento y aceptación de la comunidad internacional.
En este sentido, atendiendo a la premisa histórica de que ninguna insurgencia es viable sin un masivo respaldo popular, el esfuerzo político de las FARC tiene como objetivo construir, mantener y expandir bases de apoyo popular. Estas bases serían el sustento de las estructuras armadas, al convertirse en fuente de aprovisionamiento logístico, refugio, reclutamiento e inteligencia, y, además, el elemento fundamental del movimiento político que apalanque y respalde la toma y ejercicio del poder.
En el plano militar, el objetivo es el de usar la violencia como medio para alcanzar control
territorial que le permita establecer bases seguras. De esta manera, primero se busca un control militar que da paso a la posibilidad de influir y, eventualmente, de tomarse el poder político local y desarrollar de esta manera su proyecto político. A partir de estas bases, se da el proceso de expansión que debe culminar con el control nacional.
En su VII Conferencia, en 1982, las FARC establecieron su plan estratégico alrededor de un gran objetivo: la toma de Bogotá. Para esto, el plan determinaba que las estructuras militares deberían multiplicarse, asentarse y eventualmente controlar la cordillera Oriental de Colombia (donde se encuentra Bogotá) con el fin de aislar esta zona del resto del país e ir estrechando el cerco sobre la capital del país. Todas las actividades de carácter militar de las FARC estuvieron desde entonces en función de este objetivo.
En la misma década del ochenta, esta organización tomó otra importante decisión que marcaría un nuevo rumbo en el desarrollo de sus planes: involucrarse en el negocio del narcotráfico, que en pocos años se convirtió en la principal fuente de financiamiento para todas sus actividades. Las FARC terminaron transformándose en un gran cartel de las drogas, decisión que trajo consigo el uso del terrorismo como herramienta de presión política a través de la intimidación de la sociedad y la pérdida de sus valores y orientaciones políticas.
Finalmente, en el plano internacional el esfuerzo está encaminado a realizar actividades de tipo político y de comunicaciones, con el fin de generar simpatía y aceptación de la comunidad internacional por el proyecto rebelde, con el ánimo de que esta aceptación se convierta en un reconocimiento político que asegure la legitimidad una vez se hayan tomado el poder.
Éste ha sido el plan de las FARC, la estrategia que han intentado implementar a través de los años y que hoy, más que nunca, están muy lejos de hacer realidad.
BALANCE DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LAS FARC
El gran objetivo de la las FARC de tomarse el poder político en Colombia es un imposible.
Las FARC de hoy están en el mismo punto donde empezaron hace más de cuarenta años, con una gran diferencia: la organización de hoy no tiene futuro.
El Estado colombiano le ha asestado severos y contundentes golpes en el terreno político, militar e internacional, que dejan a esta organización lejos, como nunca antes lo habían estado, del objetivo que por décadas ha aglutinado a miles de combatientes bajo el mando de hierro del Secretariado.
Es importante reconocer, sin embargo, que las FARC no han sido definitivamente derrotadas y que todavía representan una seria y clara amenaza a la seguridad nacional de Colombia, en la medida en que mantienen una no despreciable capacidad militar, así como fuentes de financiamiento que aún les reportan importantes recursos, en particular el narcotráfico.
Aunque estamos en la etapa final de la confrontación, es necesario entender que justamente es esta fase final la que requiere mayor esfuerzo y persistencia, la que admite menos errores y en la cual deben confluir los esfuerzos no sólo de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, sino también de las demás instituciones del Estado, la población colombiana y la comunidad internacional.
A continuación se presenta un balance de la situación actual de las FARC en los planos político, militar e internacional.
El Plano Político
Si el objetivo en este ámbito es lograr aglutinar a la sociedad en torno al proyecto revolucionario, las FARC han fracasado estrepitosamente.
De acuerdo con la teoría, en un proyecto insurgente existen 3 tipos de apoyo popular: el
voluntario, el forzado y el neutral. El primero hace referencia a aquellas personas que comulgan con los principios y objetivos de la insurgencia, y deciden voluntariamente apoyarla, de acuerdo con sus posibilidades. Eventualmente este grupo se convierte en una de las principales fuentes de reclutamiento de la organización. De otra parte, el apoyo forzado se da, ya no por coincidencias ideológicas o visiones compartidas, sino por medio de la intimidación y las amenazas, normalmente de carácter armado y violento. En la práctica, se logra una relación de apoyo aunque menos efectivo que el voluntario.
Finalmente, existe la posición de neutralidad o indiferencia en la que, si bien no se presta apoyo directo a la insurgencia, tampoco se presenta resistencia a sus planes y actividades.
Hoy en día las FARC no pueden dar cuenta de ningún tipo de apoyo masivo. Existen algunos focos reducidos de apoyo voluntario en zonas muy apartadas donde históricamente el Estado colombiano no ha hecho presencia y la población no ha conocido autoridad distinta a las FARC.
Adicionalmente, hay una proporción cada vez menor de colombianos que se vieron forzados a apoyar a las FARC en diferentes actividades bajo la amenaza de represalia violenta ante la desobediencia. Esta situación se revierte aceleradamente en la medida en que las Fuerzas Militares y la Policía Nacional de Colombia han ido estableciendo mayor control territorial en la gran mayoría de la geografía nacional. En estas zonas, las FARC han perdido cualquier capacidad de amenaza y coerción sobre la población y, en esa medida, han perdido cualquier tipo de apoyo de las comunidades a las que tenían sometidas.
Así mismo, la indiferencia que por mucho tiempo caracterizó al grueso de la población
colombiana, hoy se ha transformado en un rechazo activo y unánime a las actividades de las FARC y a su existencia misma. Esta situación se ve reflejada en los resultados de las constantes encuestas nacionales donde las FARC nunca sobrepasan el 3% de aprobación.
Pero tal vez donde mejor se ha manifestado este rechazo ha sido en las multitudinaria marchas del 4 de febrero y 20 de julio de 2008, donde millones de colombianos salieron a las calles para manifestarse en contra de las FARC y de sus métodos terroristas, particularmente el secuestro. Esta manifestación fue acompañada por marchas de colombianos y personas de diferentes nacionalidades en las principales capitales del mundo.
Las FARC no tienen apoyo popular. Por el contrario, son objeto de un sólido rechazo por la
enorme mayoría de los colombianos. Esta condición por sí misma sentencia la imposibilidad de alcanzar su objetivo.
Adicionalmente, para empeorar el panorama de las FARC en este frente, la Operación Jaque realizada el 2 de julio de 2008 le arrebató a las FARC su principal activo de apalancamiento político: los secuestrados. En efecto, los secuestrados de “alto valor político” venían siendo utilizados por las FARC para presionar al Gobierno colombiano a otorgar concesiones tanto en el plano militar como en el político e internacional a cambio de su liberación. Bajo el mecanismo del “acuerdo humanitario” las FARC buscaban posicionarse como interlocutor político del Gobierno colombiano con el reconocimiento de la comunidad internacional. El trasfondo de un despeje militar y el establecimiento de una mesa de negociación para la liberación de los secuestrados, con asistencia de observadores y mediadores internacionales, es el escenario perfecto para la promoción y comunicación de su “proyecto revolucionario”.
Al perder buena parte de sus “secuestrados de alto valor” las FARC pierden su músculo de
extorsión y manipulación con fines políticos.
El Plano Militar
En la confrontación militar las FARC también han sufrido los peores golpes y retrocesos de su historia y se encuentran en una fase de franco debilitamiento de su poder armado. Han perdido la iniciativa estratégica y están huyendo y a la defensiva; no tienen capacidad para adelantar operaciones con alta concentración de hombres y medios, y se hallan en una fase de preservación de su escasa fuerza, la que destinan primordialmente a proteger a sus cabecillas, a los secuestrados y a su infraestructura de producción de drogas.
En la estructura de las FARC ya se hacen evidentes grandes grietas en aspectos como:
a. Pérdida de liderazgo. En los últimos cuatro meses, y bajo circunstancias diferentes, las FARC han perdido a 3 de los siete integrantes del Secretariado, máximo órgano de comando y control de la organización. Entre ellos se encuentra Manuel Marulanda, líder histórico y símbolo de cohesión de la organización; Raúl Reyes, encargado de la estrategia política e internacional, que actuaba como el principal vocero del grupo, e Iván Ríos, el más joven de los integrantes del Secretariado y símbolo de la generación de recambio de las FARC.
Si bien las FARC cuentan con los mecanismos para reemplazar a sus miembros en las diferentes instancias de la organización, el hecho de perder casi la mitad de los integrantes de su máximo órgano de comando y control en un periodo tan corto tiene un efecto negativo justamente sobre el comando y control desde el Secretariado hacia el resto de la organización. Así mismo, tiene un poderoso efecto sicológico y moral sobre cada integrante de las FARC, en la medida en que derrumba el aura de invulnerabilidad que hasta ahora tenían los mandos de la organización.
En el caso particular de la muerte de alias “Manuel Marulanda” o “Tirofijo”, su ausencia no sólo deja el vacío del líder mítico y aglutinante, sino que, además, abre paso a una situación de pugnas y choques internos por la consolidación de un nuevo liderazgo. Si bien Alfonso Cano aparece como el nuevo comandante de las FARC, lo cierto es que este nombramiento no se dio a través de los canales y procesos estatutarios de las FARC, que requieren de la reunión presencial del pleno del Estado Mayor Central, la cual no fue posible debido a la incesante presión militar y al hecho de que los guerrilleros tienen cada vez menos libertad de movimiento y seguridad para permanecer en una misma zona por un tiempo medianamente prolongado. En este sentido, el nombramiento de Cano está cuestionado en su legitimidad bajo los procedimientos organizacionales de las FARC, lo que deja espacio para disidencias y falta de unidad en torno al líder. Éste es el caso particular del Mono Jojoy y de Joaquín Gómez, comandantes de los bloques Oriental y Sur respectivamente, que aportan aproximadamente el 70% de los ingresos de la organización y que, además, controlan alrededor del 60% de su poder armado. Estos dos miembros del Secretariado no ven en Cano los méritos y experiencia militar suficientes para comandar la organización.
Además de sus altos mandos, las FARC también vienen perdiendo en número creciente a sus mandos medios. En operaciones realizadas por las Fuerzas Militares y la Policía Nacional fueron capturados o abatidos alias “JJ”, “Hugo Sandoval”, “Martín Caballero”, “Negro Acacio”, “Martín Sombra”, “Limón”, “César”, “Dago” y “Jurga Jurga”, a lo que se suma la desmovilización de “Karina”, varios de ellos, personajes míticos con gran ascendencia entre los guerrilleros rasos.
Por la vía de la desmovilización ha desertado una cantidad importante de mandos medios, con un promedio de entre 5 y 10 años de pertenencia a las FARC.
La pérdida de estos mandos medios es incluso más impactante para las FARC que la pérdida de sus comandantes, en la medida en que los mandos medios actúan como capa de cohesión dentro de la organización y son los que garantizan el adecuado ejercicio del comando y control.
b. Pérdida de presencia e influencia territorial. Como nunca antes, el plan estratégico de las FARC trazado en 1982 está completamente desdibujado. Bogotá, el gran objetivo de sus planes militares, es un objetivo inalcanzable en las condiciones actuales. La operación Libertad I realizada por la Fuerza Pública entre el 2002 y el 2004 logró prácticamente erradicar la presencia de las FARC en los alrededores de Bogotá y, en general, en todo el departamento de Cundinamarca (que circunda la capital del país).
De igual manera, el creciente control territorial establecido por la Fuerza Pública ha implicado, en la misma proporción, una pérdida de la presencia y la influencia de las FARC en la mayor parte del territorio colombiano, incluyendo la cordillera Oriental, su tradicional eje de despliegue estratégico.
En esa medida, las FARC empiezan a hacer el tránsito de una organización con influencia nacional a una con influencia regional en aquellas zonas donde aún mantienen cierta capacidad de desestabilización y de financiamiento.
c. Corrupción e indisciplina. La inmersión de las FARC en el negocio del narcotráfico, a mediados de los ochentas, empezó a engendrar un fenómeno de corrupción e indisciplina que hoy en día es uno de sus principales problemas.
Guerrilleros, especialmente mandos medios, se acostumbraron a manejar enormes sumas de dinero y se entregaron a excesos y licencias que lenta pero definitivamente fueron quebrando las normas disciplinarias y de conducta dentro de la organización.
Así mismo, la posibilidad de sacar provecho personal de los desmedidos flujos de efectivo producto de narcotráfico, secuestro y extorsión, abrió la puerta a múltiples casos de corrupción.
En la actualidad son cada vez más recurrentes los casos de jefes de finanzas, jefes de seguridad y otros mandos medios que desertan de las FARC llevando consigo enormes sumas de dinero.
Esta situación está destruyendo la organización desde sus propias bases y entrañas.
d. Pérdida de comando y control. La pérdida de liderazgo y la corrupción e indisciplina, sumada a la incesante presión militar y policial, así como a la creciente capacidad de infiltración e interceptación de comunicaciones por parte de la Fuerza Pública, ha mermado de manera dramática la capacidad de comando y control en el interior de las FARC. Es decir, la capacidad que tienen los mandos en los diferentes niveles de la organización de ejercer su autoridad a través de órdenes e instrucciones que sean cumplidas por sus subordinados.
Sin duda, el aspecto que más pesa en esta situación, es la enorme restricción en las
comunicaciones que se han impuesto para preservar la seguridad de sus diferentes mandos y estructuras. Estas restricciones no sólo se dan en la periodicidad de las comunicaciones, que son cada vez más escasas, sino también en los medios de comunicación, restringiendo el uso de teléfonos, celulares, radios e internet, y eligiendo los correos humanos como medio privilegiado.
Esta ausencia de comunicación acarrea muy serios problemas para el comando y control: las órdenes e instrucciones de los mandos no pueden transmitirse o, cuando se transmiten, no siempre llegan a tiempo; la coordinación de acciones que impliquen la participación de dos o más estructuras se hace muy complicada; la información no fluye dentro de la organización y, cuando lo hace, se da de manera disímil e inoportuna.
La consecuencia natural es que los mandos han perdido control sobre varios de sus frentes, los cuales están actuando de manera independiente y han cometido graves errores con un altísimo costo para la organización y sus líderes. Existen varios ejemplos representativos de esta situación:
• Emmanuel. En los últimos días del 2007 una comisión de personalidades internacionales viajó a Colombia tras el anuncio de que las FARC liberarían a tres secuestrados: Gloria Polanco, Clara Rojas y su pequeño hijo Emmanuel, nacido en cautiverio. La entrega se frustró porque el Secretariado de las FARC no sabía que el niño Emmanuel no estaba en poder del Frente encargado de cuidarlo, sino que se encontraba en un albergue del Bienestar Familiar. La comisión internacional tuvo que devolverse con las manos vacías y el niño fue identificado y ubicado a los
pocos días por las autoridades. Las FARC sufrieron un importante revés político.
• IX Conferencia. Históricamente, éste ha sido el foro que determina los grandes lineamientos estratégicos de las FARC en el mediano plazo. A esta conferencia asisten todos los miembros del Estado Mayor Central y el Secretariado. Sin embargo, en esta ocasión, no pudo darse la reunión y la conferencia se tuvo que limitar al intercambio de algunas comunicaciones de manera muy restringida. Es la primera vez en su historia que no pueden realizar la conferencia.
• Asesinato 11 diputados del Valle. En medio de la confusión por la presencia no anunciada de otra cuadrilla de las FARC, los mandos de la estructura a cargo de custodiar a los diputados decidieron asesinarlos sin el consentimiento del Secretariado.
• Operación Jaque. Esta operación evidenció la ausencia de comunicación entre el Secretariado y, en particular, el nuevo comandante Alfonso Cano, y sus diferentes frentes, en especial unos de tanta importancia como los que tenían a cargo la custodia de los secuestrados políticos que, como se mencionó anteriormente, constituían el principal activo de las FARC.
e. Descenso en sus ingresos y falta de liquidez. La acción de la Fuerza Pública ha logrado reducir significativamente el secuestro y la extorsión, dos fuentes principales de financiamiento para las FARC. Así mismo, a medida que la Fuerza Pública ha venido estableciendo mayor control territorial, en esa misma medida las FARC han perdido su influencia en muchas zonas del país, incluidas varas zonas de amplia actividad cocalera. Esta situación las ha obligado a desprenderse del control del negocio en dichas áreas. De ahí que el flujo de ingresos por estas actividades se ha venido reduciendo de manera importante.
Adicionalmente, las FARC se encuentran en una crisis de liquidez que las ha obligado a pagar con vales y bonos a los campesinos que trabajan en cultivos de coca y laboratorios o a aquellos que les venden la base de coca. Esta situación se hace insostenible con el tiempo y los campesinos ya empiezan a negarse a seguir trabajando para las FARC hasta tanto sus deudas no sean satisfechas.
El distanciamiento forzado con el negocio del narcotráfico ha obligado a varios frentes de las FARC a asociarse con organizaciones narcotraficantes y con bandas criminales para tratar de mantenerse en el negocio, uniendo fuerzas con otras organizaciones criminales para enfrentar la acción del Estado.
f. Restricciones logísticas. Por cuenta de la disminución en sus ingresos, así como por el creciente número de operaciones de la Fuerza Pública en las que se incautan grandes cantidades de de pertrechos y material logístico, las FARC se encuentran en medio de una crisis logística.
Las restricciones van desde los uniformes -muchos de los guerrilleros usan ahora sudaderas-, acceso a medicinas y servicios médicos, alimentación, artículos de aseo y ropa interior. El cambio de vida ha sido dramático para los guerrilleros, quienes ahora reciben raciones cada vez más escasas y esporádicas de estos y otros elementos.
g. Pérdida de capacidad de combate. Por las mismas razones que las FARC tienen grandes restricciones de tipo logístico, el material de intendencia directamente asociado con su poder de combate, como munición, armamento y explosivos, ha sido igualmente restringido.
Las operaciones de interdicción, particularmente en las áreas de frontera, han servido para interceptar cargamentos de millones de cartuchos, miles de fusiles, y piezas de artillería liviana, así como cientos de toneladas de explosivos de diferente tipo.
Otro aspecto que ha reducido sustancialmente la capacidad de combate de las FARC tiene que ver con el reclutamiento. En la actualidad, la gran mayoría de los nuevos reclutas de las FARC son menores de edad que están siendo enviados a la línea de combate con prácticamente ningún tipo de entrenamiento.
Adicionalmente, han empezado a utilizar sus reservas estratégicas al “encuadrillar” masivamente a sus milicias urbanas. Es decir, están sacando a sus milicianos de las ciudades para incorporarlos a sus estructuras armadas rurales. Esta decisión empieza a generar deserciones entre estos milicianos que no están acostumbrados a la vida en el monte ni a la forma de vida de los guerrilleros rasos.
A esto se suma el gran número de guerrilleros que se encuentran hoy fuera de combate. En el periodo 2006 - mayo de 2008 las FARC han perdido 17.274 de sus miembros entre desmovilizados, capturados y abatidos.
h. Moral baja. Múltiples testimonios de guerrilleros desmovilizados dan cuenta de la baja moral reinante entre la base guerrillera y buena parte de sus mandos, quienes, a pesar del rigoroso adoctrinamiento, empiezan a notar que jamás las FARC podrán cumplir su objetivo de tomarse el poder político por las armas.
Factores como la incesante presión militar, el hecho de estar constantemente a la huída sin poder permanecer por mucho tiempo en un solo lugar, las crecientes restricciones logísticas por las que están pasando, y los contundentes golpes que vienen asestando las Fuerzas Militares y la Policía Nacional en su contra, han propiciado una sensación generalizada de pesimismo y baja moral que está afectando a toda la organización.
En este sentido son muy dicientes las declaraciones de alias “Karina” una guerrillera que permaneció por más de 24 años en las FARC y que llegó a tener un significativo poder dentro de la organización: “La decisión que yo tomé de reinsertarme fue por la presión del Ejército en el área”.
Adicionalmente, la corrupción y la misma baja moral están generando una enorme desconfianza entre los guerrilleros, tal como lo confirma Karina: “Uno tiene mucho combatiente al lado. Pero no sabe qué está pensando cada quien. Además, porque allá algunos piensan en la situación económica y como se daba tanto dinero por la vida mía, a uno todas esas cosas siempre lo ponían a pensar mucho”.
Este temor crece dentro de las FARC, especialmente entre sus mandos, después de que en marzo de 2008 alias “Rojas” asesinara a Iván Ríos, uno de los miembros del Secretariado, porque veía en riesgo su propia vida y esperaba cobrar una millonaria recompensa.
Por cuenta de estos temores se han dado purgas, fusilamientos y cambios en las estructuras de seguridad, de manera que ahora los cabecillas sólo admiten familiares en sus anillos personales, temiendo la traición de sus colaboradores más cercanos.
i. Creciente desmovilización. Sin duda, la baja moral producida por los factores anteriormente expuestos ha sido el desencadenante de una cascada de desmovilizaciones individuales que viene en constante crecimiento. En el periodo 2006 – mayo de 2008 se han desmovilizado 5.316 guerrilleros de las FARC y, tan sólo entre 2006 y 2007, las desmovilizaciones individuales de esta organización pasaron de 1.565 a 2.480 guerrilleros.
Otro aspecto que vale la pena resaltar es el hecho de que viene en aumento el número de guerrilleros desmovilizados que han pertenecido a las FARC por un periodo de 5 a 10 años. En este sentido, mientras que, del total de desmovilizados de las FARC en el 2006, aquellos que tenían entre 5 y 10 años de pertenencia a la organización representaban tan solo el 12%, en el año 2007 esta cifra se elevó a 27% y, entre enero y mayo de 2008, este sector representa el 35.2% del total de desmovilizados.
Esta situación es de gran importancia porque demuestra que aun los guerrilleros que llevan varios años en la organización, que han sido adoctrinados en las convicciones y principios ideológicos de las FARC, han notado la imposibilidad de alcanzar la meta propuesta por sus comandantes y reconocen que se encuentran inmersos en una lucha sin sentido.
El Plano Internacional
En el plano internacional el panorama no es mejor para las FARC.
En enero de 2008, cuando el gobierno del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, solicitó a la comunidad internacional reconocer a las FARC como un movimiento insurgente legítimo, retirarlos de las listas de terroristas y otorgarles el estatus de beligerancia, la respuesta de la comunidad internacional fue una negativa rotunda y unánime. Ningún gobierno en Latinoamérica, Europa o cualquier otra región del mundo acogió esta solicitud y, por el contrario, varios mandatarios de países europeos, así como altos funcionarios de la Unión Europea, ratificaron su decisión de mantener a las FARC en su lista de terroristas.
Dos meses después, en marzo de 2008, tras el bombardeo al campamento de Raúl Reyes, la Fuerza Pública incautó el computador y varios discos duros pertenecientes a este miembro del Secretariado. En el computador se encontró información que indica que varios líderes y organizaciones políticas de Latinoamérica y otras regiones del mundo mantenían relaciones clandestinas de apoyo a las FARC. En el mes de mayo, y tras un riguroso estudio técnico, el Secretario General de Interpol confirmó que la información encontrada en los computadores de Reyes no fue modificada o alterada por las autoridades colombianas. La publicación de esta información, y el hecho de que Interpol certificara que no había sido manipulada, generó un importante efecto sobre los líderes y organizaciones allí mencionadas, de tal forma que automáticamente tuvieron que tomar una posición de distancia frente a las FARC.
Adicionalmente, y como se mencionaba en líneas anteriores, con la Operación Jaque las FARC perdieron su más importante activo político, especialmente de cara a la comunidad internacional.
El interés mundial, y en especial de Francia y otros países europeos, por la suerte de Ingrid Betancourt los había llevado a buscar interlocución directa con las FARC y, en ocasiones, a presionar al Gobierno colombiano para realizar un despeje militar para negociar un intercambio de secuestrados por guerrilleros presos. Así mismo, se constituía en vehículo para la intervención de otros líderes latinoamericanos que las FARC consideran fundamentales para avanzar en sus planes de reconocimiento internacional.
Aun cuando quedan otros secuestrados políticos en poder de las FARC, cada vez hay menos razones para la presión internacional sobre la política del Gobierno colombiano para manejar el tema. Por el contrario, la coyuntura actual debe servir para incrementar la presión de toda la comunidad internacional sobre las FARC, para que, de manera unilateral y sin condiciones, liberen a los secuestrados que siguen en su poder, desistan de secuestrar a otras personas y tomen la decisión de iniciar un proceso serio y comprometido de diálogo y negociación política con el Gobierno.
La existencia de las FARC como movimiento armado no tiene cabida ni en el mundo ni en la Colombia de hoy. Aun los líderes más cercanos a su causa, como los mandatarios de Venezuela, Ecuador y Cuba, han manifestado su desprecio por el uso del secuestro como recurso y han rechazado igualmente la permanencia de las FARC en la lucha armada.
LAS OPCIONES DE LAS FARC
Dada su actual condición, tanto en el plano militar como en el político y el internacional, no son muchas las opciones que le quedan a esta organización. A continuación se presentan algunas de estas posibles alternativas, para las cuales el Gobierno nacional viene preparando los respectivos planes y estrategias que permitan atender de manera efectiva cualquiera de las coyunturas que puedan presentarse.
Negociación Política
Ante la contundencia de los golpes recibidos, la dirigencia de las FARC reconoce que la lucha armada definitivamente no es el medio para avanzar en sus pretensiones políticas y, en esa medida, decide iniciar un proceso de negociación política con el fin de poner fin a la confrontación con el Estado y tratar de buscar espacios democráticos legales donde puedan desarrollar su proyecto y someterlo al escrutinio de la población colombiana, que determinará en última instancia si lo apoya o no.
Ante esta situación, el Presidente de la República y el Alto Comisionado para la Paz establecerán los términos y condiciones de esta negociación, asegurando el adecuado balance entre paz y justicia, y ejerciendo los principios de verdad y reparación.
Tal como en el proceso de negociación con las autodefensas ilegales, seguramente la comunidad internacional velará por la aplicación de estos principios.
Rupturas Internas – Atomización
Se acentúan las contradicciones internas sobre la mejor forma de proceder y orientar la acción de las FARC en el mediano plazo. Se rompe la cohesión interna y empiezan a surgir disidencias:
• Una porción importante de la organización decide desconocer el liderazgo de Alfonso Cano o del Secretariado en su conjunto y opta por iniciar una negociación política con el gobierno colombiano.
• La otra parte significativa de la organización decide mantenerse en la lucha armada en las condiciones actuales, acentuando su vocación terrorista, especialmente dirigida hacia centros urbanos e infraestructura crítica.
• Estructuras menores aprovechan las rupturas internas y la creciente pérdida de comando y control para independizarse y formar bandas criminales o fusionarse con las bandas criminales existentes alrededor del negocio del narcotráfico y otras actividades delictivas.
Ante esta situación, el Gobierno nacional estará dispuesto a iniciar un proceso de negociación con una parte significativa de las FARC bajo los criterios anteriormente expuestos.
Para la porción de las FARC que insista en la lucha armada, el Estado mantendrá la presión
militar con el fin de forzar una negociación política o su desmantelamiento como organización armada ilegal. El uso del recurso del terrorismo puede contribuir en el corto plazo a generar percepción de fortaleza y darles presencia en el espacio mediático, pero en el mediano plazo definitivamente se derrumbarán los pocos apoyos nacionales y extranjeros que aún puedan mantener, precipitando su derrota.
A aquellas estructuras que decidan desprenderse de las FARC y convertirse en bandas
criminales, o que se fusionen con bandas criminales existentes, el Estado las combatirá
militarmente hasta desarticularlas, sin la posibilidad de establecer negociaciones políticas.
Preservación de fuerzas y recuperación en el mediano plazo
El Secretariado logra asegurar la cohesión del grueso de la organización y decide insistir en la lucha armada. Mantiene el repliegue estratégico con el fin de preservar sus fuerzas a la espera de un cambio de gobierno en el 2010 que propicie una posición más abierta a una negociación en términos más favorables o que les permita comprar tiempo para desarrollar un proceso de fortalecimiento similar al realizado durante los diálogos del Caguán en el gobierno del presidente Pastrana.
Buscarían, adicionalmente, fortalecer el amparo y apoyo de regímenes simpatizantes en la
región que puedan prestar su territorio para el establecimiento de retaguardias, zonas de
descanso, campos de entrenamiento y centros de abastecimiento logístico, así como el
reclutamiento de nuevos hombres que les permitiera recomponer sus fuerzas en el mediano plazo. Además, seguirían procurando apoyo económico y reconocimiento político que contribuyeran a mejorar su imagen internacional, en búsqueda de legitimidad para una eventual negociación.
Ésta es, sin duda, la peor alternativa por la que pueden optar las FARC. A diferencia de años y décadas anteriores, el tiempo estratégico de la confrontación ya no juega en su favor. En las actuales condiciones, cada día que pasa en el que las FARC no tienen la iniciativa militar y política, y a su vez profundizan su repliegue, es un día que las acerca más a su fin.
El Estado mantendrá su ofensiva militar, política e internacional y les dejará cada vez menos espacio en los tres ámbitos. Se acentuarán las condiciones actuales, particularmente en el plano militar, donde continuarán los golpes contundentes en contra del liderazgo de la organización, sus finanzas y su logística. Las desmovilizaciones mantendrán su tendencia creciente, incluyendo cada vez más guerrilleros de experiencia y mandos de alto nivel.
En el plano internacional, será cada vez más difícil para un gobierno u organización sostener cualquier tipo de apoyo a las FARC, en especial si persisten en levantarse en armas en contra de una democracia reconocida y legítima.
Las FARC habrán incurrido en un enorme costo político, sacrificando una gran cantidad de sus hombres y prolongando el sufrimiento de los colombianos, sin lograr nada diferente a su propio debilitamiento y la certeza de su derrota.
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